NO ES DEMASIADO TARDE, PRINCESA

- Arwen. Estas libre?
- Hola guapa!
- Vente.
- Que sucede?
- Me caso y tienes que ser mi testigo.
- Joder, Dy
- Te envío Tp

Tus manos temblorosas escribían estas letras mientras tu corazón se aceleraba. Los nervios recorrían tu cuerpo y la euforia se apoderaba de ti. Miles de ideas se agolpaban en tu cabeza, ibas a hacerlo por sorpresa, de repente. Podía pararse el mundo en ese momento que nada te detendría a ti, decidida y convencida.

Soplaba la brisa sobre el Sinatra y los últimos rayos de sol iluminaban tu rostro, sonreías y resoplabas sin cesar de moverte. Hugo y yo nos mirábamos, sorprendidos, intentando entender lo que sucedía, dándonos cuenta que si, que estaba pasando eso en ese justo momento. Aquí y Ahora.

“Tendría que haberme vestido de blanco, pero mi inventario esta hecho un asco”.
No cielo, estabas preciosa. Con tus orejitas asomando por tu cabecita, vestida por una sonrisa, invadida por la emoción. Temblando como una niña al lado de tu Rey.

La voz Capitán recitaba las promesas y vosotros conteníais la respiración. Podía observar como vuestros ojos brillaban y un resplandor emanaba de vuestros rostros. Aceptasteis sin dudas, con firmeza. Facturas incluidas.

Ahora era yo la que sonreía escuchando ese “…. Y si no hay Dios que lo remedie….”
Vivan los novios! Enhorabuena, chicos. Si es lo deseabais, os deseo lo mejor. Que seáis muy felices. Esas fueron mis palabras, que seguramente no escuchasteis. No os importaba nada más. El tiempo se había parado en ese mismo instante solo para vosotros dos.

Os fundisteis en un largo beso al borde del mar, susurrando al oído solo palabras que vosotros entendíais, vuestras promesas entre carcajadas y caricias.

Princesa, has cumplido tu sueño. Y me has dejado participar en él. Una vez más he creído en la magia del momento y en la incerteza del futuro.
Disfrútalo, con prisas o con pausas, pero saboréalo.